El Papa Francisco y su poderosa reflexión sobre el mundo terrenal y el Cielo
*El pontífice celebró esta mañana en la Basílica de San Pedro la Misa de los fieles difuntos
El Papa Francisco celebró esta mañana en la Basílica de San Pedro la Misa de los fieles difuntos pidiendo a todos alimentar y ejercitar la espera del deseo del cielo. “Nos hace bien preguntarnos hoy si nuestros deseos tienen algo que ver con el Cielo. Si nuestros deseos tienen algo que ver con el Cielo. Porque nos arriesgamos a aspirar continuamente a las cosas que pasan, de confundir los deseos con las necesidades, de anteponer las expectativas del mundo a la expectativa de Dios”, dijo.
Francisco celebró la Misa de sufragio por los Cardenales y Obispos que fallecieron en el último año. Pidió no perder de perder de vista lo que importa, todo lo material como bienes acumulados y ganancias, termina por esfumarse en un instante.
“Pero perder de vista lo que importa para perseguir el viento sería el mayor error de la vida. Miremos hacia arriba, porque estamos en camino hacia lo Más Alto, mientras que las cosas de aquí abajo no subirán allí: las mejores carreras, los mayores éxitos, los títulos y los galardones más prestigiosos, las riquezas acumuladas y las ganancias terrenales, todo se desvanecerá en un instante”.
El Papa Francisco enfatizó en el tiempo que se pierde al preocuparse y afligirse por estas situaciones materiales, haciendo que se pierda el sentido del viaje. “Preguntémonos: ¿vivo lo que dice el Credo, espero -es decir- la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro? ¿Y cómo es mi espera? ¿Voy a lo esencial o me distraigo con muchas cosas superfluas? ¿Cultivo la esperanza o sigo lamentándome porque valoro demasiado tantas cosas que no importan y que luego pasarán?”.
El Obispo de Roma concluiría su homilía pidiendo que se camine al encuentro de Dios que siempre está esperando “entre los pobres y heridos del mundo”. “El Evangelio explica cómo vivir la espera: vamos al encuentro de Dios amando porque Él es amor. Y el día de nuestra despedida, la sorpresa será feliz si ahora nos dejamos sorprender por la presencia de Dios, que nos espera entre los pobres y heridos del mundo”. (Agencias)

